lunes, 7 de febrero de 2011

Consecuencias psicologicas del crecimiento

Consecuencias del temperamento
La adolescencia es un momento difícil en el desarrollo humano. Se dan cambios hormonales importantes que generan desequilibrios y malestares. Durante la adolescencia pareciera que el autocontrol es algo muy difícil de lograr. Los adolescentes ríen sin control y pasan rápidamente del optimismo al pesimismo. Emocionalmente están en un remolino, se arrogan a cuestiones sociales con mucha pasión, discuten activamente, proponen. A nivel sexual empiezan a gustar de otra persona y actúan de manera tímida o excitada, son fieles y leales. Pero al mismo tiempo se angustian, se acomplejan, se confunden.

Maduración temprana y tardía
 Es el deseo vehemente de un joven de encontrar una identidad individual para afirmar un yo único y el deseo de ser como sus amigos.

El que un adolescente entre en el estirón relativamente temprano o tarde puede afectar su imagen corporal. Al muchacho musculoso que madura prontamente los adultos y sus propios compañeros le pueden confiar tareas y privilegios de adulto; si cumple con ellas aumentar  sus habilidades y ensanchar  el número de oportunidades orientadas.

También puede entrar en relaciones heterosexuales antes que los demás, adquiriendo inclinaciones sexuales tempranas y demás prácticas sociales.

 
                                    Maduración temprana o tardía en los varones
Una investigación ha encontrado que los varones que maduran rápido son equilibrados, calmados, amables, populares entre sus compañeros, presentan tendencias de liderazgo y son menos impulsivos que quienes maduran tarde. Existen aspectos a favor y en contra de ambas situaciones; a los muchachos les agrada madurar pronto y quienes lo hacen parecen beneficiase en su autoestima, al ser más musculosos que los chicos que maduran tarde, son más fuertes y tienen mejor desempeño en los deportes y una imagen corporal más favorable. Sin embargo la maduración temprana tiene complicaciones porque elige que los muchachos actúen con la madurez que aparentan. Quienes maduran más tarde pueden ser o actuar durante más tiempo como niños, pero también pueden beneficiase de un tiempo de niñez más largo.

Maduración temprana o tardía de las niñas 
A las niñas no les gusta madurar pronto; por lo general son más felices sin no maduran rápido ni después que sus compañeras, las niñas que maduran pronto tienden a ser menos sociables, expresivas y equilibradas, son más extrovertidas, tímidas y tienen una expresión negativa acerca de la menarquía. En general los efectos de la maduración temprana o tardía tienen mejor probabilidad de ser negativos cuando los adolescentes son muy diferentes de sus compañeros bien sea porque están mucho o menos desarrollados que las otras. Estas niñas pueden reaccionar ante el interés de las demás personas acerca de su sexualidad, por consiguiente los adultos pueden tratar a una niña que madura pronto con más rigidez y desaprobación.

Reacciones psiquicas de los adolescentes

En la actualidad, la consideración de la adolescencia es un fenómeno relativamente reciente, ya que antes no se consideraba como un estadio del desarrollo humano.  Los niños pasaban por la pubertad e inmediatamente entraban a aprender todo lo del mundo adulto.  Ahora ese período entre la niñez (pubertad) y la adultez es más largo, y ha adquirido un carácter propio.  Es más largo por la razón de que ahora la maduración física de los jóvenes es más temprana que hace un siglo y sobre todo que la sociedad actual, hoy es más compleja por lo que requiere de un lapso de tiempo más largo para la educación y la dependencia económica.
En el saber común existen algunas ideas que a menudo son asumidas por la sociedad como verdades absolutas. En el caso de la adolescencia, se suele señalar que se trata de un período de fuertes agitaciones emocionales que provocan una rebeldía sin justificación aparente. Si se analiza esta cuestión se puede extraer una conclusión doble. Por un lado, se insinúa que el adolescente es un ser con problemas propios. Ha dejado de ser un niño y comienza a experimentar dificultades en los distintos frentes de su vida. Por el otro, al afirmar que esos cambios bruscos provocan la rebeldía sin causa provoca problemas a otros :generalmente adultos.
Posiblemente esta es la razón de que durante años se haya caracterizado esta etapa de la vida como la edad de los problemas. Hay actitudes y comportamientos en el adolescente que resultan difíciles de comprender. También se producen situaciones complejas por las que ha de pasar.
No obstante, esa imagen de la adolescencia como un período de dramáticas agitaciones emocionales no sólo ha quedado obsoleta. De hecho, en la adolescencia se producen cambios externos e internos que pueden llegar a ejercer un efecto sobre el comportamiento de quien los sobrelleva, hoy no se habla de la adolescencia como problema sino como crisis de crecimiento que no tiene nada que ver con patologías ni trastornos psicológicos. Se comprenderá entonces que no tiene por qué conllevar inevitablemente un sufrimiento, parece más adecuado adoptar una perspectiva positiva y optimista que contribuya a considerar esta etapa como una transición a la vida adulta que rompe con ciertos tópicos.
Algunos cambios psíquicos que enfrenta el adolescente son la reafirmación de: la imagen que tiene de sí mismo, Imagen que tiene de los otros y la imagen que los otros tienen de él.
 El mencionado triple cambio de imagen es responsable de que el cuerpo adquiera tanta importancia para el púber, que lo escruta frente al espejo, lo compara con los de sus compañeros... Además, la percepción que tiene de su aspecto físico puede traer consecuencias sobre la confianza que tiene en sí mismo. Pero las consecuencias psicológicas que conlleva la evolución biológica también tienen que ver con ciertos aspectos culturales y educativos. En la cultura popular existen elementos que pueden contribuir a condicionar esa imagen que el adolescente tiene de su propio físico. Además, no se limita a influir en la imagen física. Es una cuestión de estilo, comportamiento expresivo, roles, cualidades, actitudes ante la vida, forma de vestir, de hablar, etc. También de imagen física y corporal, pero no de forma exclusiva.
Otros aspectos que influyen en la psicología del adolescente son: El progresivo cambio físico, esta alteración biológica externa está, a su vez, íntimamente relacionada con la psicología interna. Influye en la concepción que el joven tiene de su identidad porque la visión que uno tiene de si, influye en lo que realmente es. El desarrollo intelectual es responsable de que el adolescente se perciba como nunca antes lo había hecho. En sus nuevas capacidades intelectuales encuentra elementos que contribuyen a forjar esa identidad. La búsqueda de independencia y autonomía conlleva de manera inevitable la toma de decisiones sobre uno mismo. Este proceso tiene su reflejo en el desarrollo de la identidad. El carácter de transición intrínseco a la adolescencia también influye de alguna forma en los cambios del autoconcepto y la identidad.
 En la adolescencia la persona se enfrenta a nuevos retos relacionados con su formación como hombre o mujer. Tiene por delante una serie de desafíos que ha de superar para convertirse en un ser adulto.
Consecuencias de la maduracion sexual
La sexualidad en la adolescencia se desarrolla en tres áreas:
FISICA: aparición de los caracteres sexuales secundarios que preparan al individuo para participar en el acto sexual.
PSICOLOGICA: Se manifiesta en el conocimiento, la curiosidad y las intenciones acerca de la sexualidad. El pensamiento proposicional le permite al adolescente imaginarse como persona sexual y elaborar planes. La mayoría de estas actividades ocurren en la imaginación del adolescente.
SOCIAL: Comprende la involucración sexual efectiva con otras personas la que se refleja en sus elecciones de objetos sexuales siendo cada expresión un reflejo de la experiencia contextual del adolescente, donde la familia es su ámbito más inmediato.

                                                              Y psicológicamente…

 

Estos cambios fisiológicos van emparejados con cambios de conducta: falta de atención, menor rendimiento escolar, obstinación, brusquedad al actuar, desobediencia.

 Los adolescentes no comprenden lo que les pasa, y sufren porque se ven indefensos, como un bicho raro. Piensan que les pasa algo extraño y... como se sienten solos, porque no saben o no se atreven a explicárselo a sus padres, eso les lleva al aislamiento, la ansiedad e incluso pueden caer en la depresión.

 Superado este periodo de agitación y maduración sexual, los adolescentes entran en una fase más tranquila: empiezan a interesarse por las actividades sociales, superan su apatía y vuelven a interesarse por los deportes, se controlan más emocionalmente y suavizan su espíritu crítico. Todo lo cual hace que mejoren su comportamiento.

 La afectividad del adolescente se intensifica ostensiblemente. Su admiración se dirige hacia su ídolo o sus ídolos -de los que hace verdaderos arquetipos de su comportamiento- y también, vuelcan su afecto en sus amigos, unos pocos o solo uno, porque le escuchan, le comprenden y son en los que puede confiar para desvelarles sus inquietudes e ilusiones. Puede surgir el primer amor, que puede llevarle a aislarse y a abandonar el grupo.

La identidad sexual es parte fundamental de la identidad del yo y normalmente es más conocida como identidad del género. El rol sexual es el comportamiento de cada individuo como hombre o mujer, y la orientación sexual se refiere al objeto hacia el cual se dirige el impulso sexual.

Cuando se llega a la adolescencia no comienza la identidad de género ni el rol sexual, éste viene desde el nacimiento, en las actitudes y los valores de la familia, de la cultura en general y de las subculturas específicas. Así como el significado atribuido a la sexualidad en la adolescencia variará dependiendo de los mitos familiares y culturales respecto a este tema.

La falta de experiencia en el trato con el sexo opuesto, la timidez, las bromas groseras respecto al sexo, la falta de información, las vivencias desagradables o inesperadas con el otro, etc. pueden afectar una sana identidad sexual. Incluso las experiencias traumáticas en esta etapa pueden complicar la identidad sexual y desencadenar o favorecer alteraciones psicopatológicas.

Es esperable que en la adolescencia temprana el impulso sexual sea relativamente indiferenciado, de hecho las fantasías o conductas homosexuales aisladas, realizadas como parte de la exploración de la sexualidad, no conforman por sí mismas una identidad homosexual.

El adolescente puede tratar de reaccionar ante estos cambios en forma defensiva, cuando ellos temen convertirse en un objeto de deseo, se apenan de los cambios en su cuerpo, temen perder el afecto de quienes los rodean (principalmente de los padres) o miedo a las responsabilidades que puede conllevar esta madurez.


El adolescente en su familia…
El adolescente, en su proceso natural de desarrollo, se desvincula progresivamente de la familia de origen que, hasta el momento, ha sido el principal resorte del niño. Pero esa referencia comienza a debilitarse conforme comienza a adquirir mayor peso el grupo de amigos. Ahora los amigos se constituyen en una especie de segunda familia. Y se produce así una creciente emancipación con respecto a los padres.
Se atribuye este cambio en las relaciones de dependencia emocional a la necesidad de conquistar autonomía que experimenta la persona en este momento de su vida. Sugiere que “la emancipación con respecto a la familia, como elemento del proceso de adquisición de autonomía personal e independencia social, es quizá el rasgo más destacado de la nueva situación del adolescente” (Fierro, 1995).
Pero emancipación no tiene por qué ser sinónimo de conflicto. La búsqueda de autonomía y los deseos de independencia no conllevan necesariamente un deterioro de las relaciones en el hogar
Aunque cede terreno con respecto al grupo de amigos, la familia sigue asumiendo un importante papel socializador para el adolescente. Por lo general, se siente integrado en el seno familiar. Busca en él un respaldo emocional y una seguridad que resulta complicado encontrar fuera del hogar.
A pesar de la tendencia a alcanzar independencia con respecto a la familia,
el adolescente sigue dependiendo de ella, pero no sólo económicamente, sino también en el terreno afectivo.
La familia ha de adaptarse, pues, a una nueva situación en la que el hijo deja de ser un niño y comienza a conquistar ámbitos de independencia. Asume, junto con la escuela, los amigos y los medios de comunicación, un papel central en la socialización de los jóvenes. Constituye su principal grupo de referencia, ya que es el lugar donde se satisfacen las mayores necesidades materiales y afectivas. Es fuente inagotable de cariño y ejerce indudables influencias sobre la persona.
En cuanto a los tipos de relaciones que se establecen entre padres e hijos en
el seno de la unidad familiar, según señala Berk se podrían enmarcar en cuatro modelos básicos : autoritario, permisivo, democrático y de no implicación.
En definitiva, los padres afrontan el cambio en las relaciones familiares con estilos distintos de educación aunque, en general, existe cierto consenso al adoptar el denominado modelo democrático o de apoyo. Como consecuencia, los conflictos entre padres e hijos disminuyen considerablemente y el hogar se convierte en ese entorno de socialización amable en el que los adolescentes se sienten bastante cómodos. A pesar de todo, no se puede negar la existencia de ciertas tensiones en la vida cotidiana del adolescente que vive en familia estos tienen que ver con asuntos diversos como la adquisición de responsabilidades domésticas por parte de los hijos, los horarios de vuelta a casa por la noche, la ropa que llevan, la música que escuchan, etc. Por tanto, a pesar del buen clima imperante en las relaciones, existe un cambio cualitativo en su vida.
Otro factor que puede influir en el cambio de las relaciones familiares es la posible coincidencia temporal de la adolescencia de los hijos con momentos de cambio o evolución en la vida de los padres. En general, se tiende a responsabilizar al adolescente, para bien o para mal, de estos cambios en las relaciones familiares. A todas estas dificultades hay que añadir los cambios significativos que se han producido en el seno de las familias en los últimos tiempos. Cada vez hay más familias monoparentales en las que es uno sólo el que hace frente a la tarea de educar a los hijos. Y eso puede acarrear ciertos problemas. También existe la posibilidad de que el padre o la madre se a una nueva pareja, lo cual resultará todavía más desconcertante para el hijo. Estos cambios familiares acaban por influir de algún modo en quienes los sufren, a pesar de que se produzcan en un ambiente amistoso y positivo. En la adolescencia la persona posee ya la suficiente madurez como para comprender y contrarrestar los posibles efectos negativos originados por la separación o el divorcio de sus padres. Pero eso no quiere decir que sea absolutamente inmune frente a ellos. De hecho, puede suceder que el joven tienda a refugiarse en el seno del grupo de amigos o a encerrarse en sí mismo dejando al margen a su familia.
En resumen, el adolescente sigue vinculado a la familia en el aspecto material, pero también en el sentimental. Los modos de relacionarse con ella pueden variar de unos casos a otros. También cambian con respecto a la infancia, aunque no constituyen un problema insuperable. Se trata de los pequeños conflictos que se producen como consecuencia del intento de adaptarse a una nueva edad y a los cambios del entorno.

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