martes, 8 de marzo de 2011

¿Se pueden distinguir diferentes tipos de autonomía?

La autonomía de comportamiento
Este tipo de autonomía es la primera y la más buscada por el adolescente, quien desea adoptar nuevos comportamientos, tener nuevas experiencias, expresarse a través de su conducta; se traduce a menudo de la siguiente manera: “Soy capaz, yo solo, por mí mismo”, “Quiero hacer lo que me plazca”. La autonomía del comportamiento se define a partir de las decisiones que el adolescente adopta en la organización de su vida cotidiana, sin hacer referencia a la autoridad parental. El enfrentamiento del control parental y el compromiso en los comportamientos personales engendran normalmente conflictos en cuanto a vestimenta, horarios de salidas, resultados escolares, tipos de amigos, participación en tareas domésticas, etc...


La autonomía afectiva
Este tipo de autonomía es ya más difícil de conseguir. El adolescente busca romper los lazos infantiles de dependencia que lo atan a su familia. Si su deseo es respetado, el adolescente tendrá a veces la sensación de que sus padres lo dejan, no se ocupan de él, es decir, lo rechazan, o que prefieren a otros hijos. El sujeto vacilará desde entonces entre los deseos de autonomía (afirmación del yo) y la dependencia (afecto), os deseos de alejamiento y los de aproximación. La autonomía afectiva va a la par con la toma de responsabilidad personal, la preocupación por organizarse, de tomar conciencia (por ejemplo, ocuparse de sus tareas escolares, de sus efectos personales, etc.) o también con el deseo de liberarse de la dependencia afectiva con relación a los padres y poner una distancia frente a la célula familiar.






La autonomía de principios

Este tipo de autonomía es el más difícil de conseguir, y a menudo no se adquiere más que al final de la adolescencia; implica la capacidad del sujeto de definirse como entidad distinta a través de sus gustos, sus intereses, sus preferencias, sus proyectos, sus valores. El adolescente hace frente a los grandes problemas de la existencia y define su propio estilo de vida. El sentimiento de identidad se funda principalmente en los valores políticos, morales o religiosos, sobre el compromiso escolar y profesional (escuela y trabajo) y sobre la implicación sexual (roles sexuales, las relaciones sexuales...). La definición de los principios personales, traduciéndose por comportamientos concretos, puede desencadenar una confrontación entre los padres y los adolescentes, precisamente porque ellos lo hacen “una cuestión de principios”.

La oposición a los padres debe recolocarse en un contexto de la adquisición de la autonomía: ¿Se trata de una falsa autonomía o de una verdadera autonomía? Las encuestas realizadas indican que los adolescentes son conocedores de los conflictos con los padres en la adquisición de la autonomía:
Ø Los conflictos más frecuentes se presentan a propósito de los hábitos de vida: vestimenta, cortes de pelo, maquillaje, horario de salidas, etc.
Ø Aparecen después de conflictos derivados de la vida escolar: resultados demasiado flojos, deberes que hacer, exámenes por preparar, frecuencia escolar;
Ø Los conflictos menos frecuentes giran alrededor de los valores morales.

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