viernes, 4 de marzo de 2011

Independencia & Dependencia
El modelo democrático da lugar a sentimientos de independencia y de confianza más elevada, sobre todo cuando los padres justifican sus decisiones; los adolescentes estiman disponer de una libertad suficiente y se sienten tratados como adultos. Por el contrario, los padres autocráticos, que raramente justifican sus decisiones, son más susceptibles de tener adolescentes dependientes, faltos de confianza en sus decisiones; los padres de tipo ciego tienen a menudo adolescentes independientes, pero insatisfechos del rol jugado por los padres. 
 
¿Qué factores favorecen la agresividad en los adolescentes?
Entre los factores ambientales encontramos la actitud violenta de la sociedad en general: la sociedad, a través de la exigencia de una respuesta en un momento determinado, provoca que ésta sea de rebeldía si el individuo no puede satisfacer los requerimientos necesarios para resolver aquella situación. En un cierto numero de sujetos, la agresión aparece por propia exclusión sin base alguna y en otros sus déficits no les permiten asumir la resolución del conflicto creado y aparece la frustración del fracaso, que lleva a la agresividad. La falta de ética y desprestigio social de "la moral" y de "los valores" emerge como otro de los factores a tener en cuenta; se acepta tácitamente la corrupción como fundamento del funcionamiento social y se presume la violencia en los demás. Por último destacar, entre otros factores ambientales, el cambio de status social en los adolescentes (se pasa de las limitaciones de la infancia a los privilegios de ser “adulto”) y el contenido del nuevo estado: la libertad, la autonomía y la independencia potencial; y las presiones excesivas de la realidad: un entorno rígido con demasiada presión en oposición al deseo natural suele llevar al "paso al acto" como última salida.
Los factores internos, propios del niño o el adolescente, que dependen de variables individuales y que favorecen la agresividad, son, entre otros, los que relatamos a continuación. La angustia que el niño o el adolescente siente precisa una descarga, es una acción esencial que facilita el paso al acto. La antítesis actividad/ pasividad: el miedo a la pasividad que le resitúa en la sumisión infantil y aboca a la acción.


¿Cuáles son los factores de riesgo?
Podríamos distinguir factores individuales, familiares y sociales.
 Individuales: la predisposición genética: sobrecarga de trastornos psicopatológicos en la familia. Trastornos psicopatológicos, tales como, Hipercinesia, Trastornos de tipo depresivo, Trastornos de personalidad, Adicción a drogas (alcohol, de síntesis, etc), etc. Como rasgos de personalidad que favorecen la agresividad se encontrarían: la inseguridad, la inmadurez afectiva, intolerancia a la frustración y la dependencia afectiva.

Familiares
La disfunción parental: la separación, el divorcio o el absentismo parental prolongado. La perturbación en la dinámica de los subsistemas familiares, etc. La facilitación ansiosa por la incapacidad de contención. El autoritarismo. Los malos tratos, la negligencia educativa: como por ejemplo, la ausencia de una actitud dialogante, la falta de ayuda en los estudios, etc. La ausencia o déficit de actividad de relación social familiar integradora con otras familias. Por último, mencionar la ausencia o déficit en la culturalización ocupacional de la actividad de ocio.


Sociales
El paro, la marginación; las modificaciones de la situación sociocultural o socioeconómica; la distorsión entre lo deseado y lo asequible, disfunción entre lo habituado por el medio familiar en que se vive y lo posible en función de propio recurso.



¿Cómo se entiende el rechazo a la autoridad?
El niño, y más en particular el adolescente, tiende a oponerse a las exigencias de los padres o los profesores, y ésta actitud de oposición puede comprenderse como un deseo de afirmación, de llegar a la autonomía. A lo largo de su desarrollo, el sujeto deberá ir conciliando las demandas de las figuras de autoridad con sus deseos de autonomía y reafirmación de su yo. Se trata siempre de examinar si el rechazo a la autoridad está justificado y va en sentido de una verdadera autonomía que se acompaña de una prisa en el deseo de responsabilidad o, por el contrario, si se reduce a una oposición principalmente fundada bajo el sentimiento de incomprensión o de ser injustamente privado de cualquier elección, de ser controlado, dominado por otros, de no poder realizarse o de no abandonar su sitio. 

El rechazo a la autoridad se ha traducido por el hecho de no poder seguir las directrices, de no prestar atención a las demandas o de hacer lo contrario, de pasar de las reglas y de ser provocador e irrespetuoso. El rechazo a la autoridad conlleva un problema significativo si con los padres o la fratria, lo mismo que con los profesores o los compañeros más importantes, perturba claramente las relaciones interpersonales.

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